Cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios.

EUTONÍA, EL MÉTODO DE GERDA ALEXANDER

EUTONÍA, EL MÉTODO DE GERDA ALEXANDER

 

 

¿QUÉ ES LA EUTONÍA?

 

“Conciencia de la naturaleza esencial, a través de una toma de conciencia del cuerpo”

______________________________________________________________________________________________________________________________

 

I. Eutonía

 

CONTEXTOS HISTÓRICO: GERDA ALEXANDER Y EL NUEVO PARADIGMA CORPORAL

La Eutonía nace en el siglo XX en el contexto de cambio de paradigma respecto de la concepción del ser humano predominante hasta el siglo XIX. Ahora, el ser humano es considerado una totalidad indivisible, ya no se piensa como diversos aspectos (físico, mental, espiritual) a los que poner en relación, sino directamente como una estructura compleja, un “organismo” en términos de la Gestalt. En este sentido, la eutonía se propone sentir y percibir simultáneamente, porque atender al cuerpo es atender a las emociones y a los pensamientos.

Las técnicas corporales que surgieron en el siglo XX suscribieron a este nuevo paradigma del hombre como unidad psicofísica, y en conjunto conformaron, lo que en términos generales se ha denominado “la somática” (o educación somática): métodos de autoconocimiento desarrollados, no a partir de la palabra, sino del lenguaje corporal, gracias al trabajo pionero de personalidades como: P. Delsarte, Leo Kofler, Jaques-Dalcroze, G. Stebbins, C. Schaffhorst - H. Andersen, B. Mensen, Elsa Gindler, R.  Bode, F.M. Alexander, H. Medau, R. von Laban, M. Wigman y Rosalía Chladek. Entre ellas también se encuentran la técnica de F. M. Alexander, el Método Feldenkrais®, el Método de la fisioterapeuta francesa Françoise Mézières y la Antigimnasia® de Thérèse Bertherat.

 

“Una característica importante del momento en materia de movimiento consistió en descubrir lo que es realmente verdadero en términos de expresión, a partir de la sensación consciente del instrumento, en este caso del cuerpo.”

 

SIGNIFICADO DE LA PALABRA EUTONÍA: "TONO ÓPTIMO"

La palabra “Eutonía” expresa -literalmente- la idea de un tono óptimo. Generalmente interpretamos su significado solo con un tipo de tono, “relajado”; sin embargo, relajados podemos descansar, mas no podríamos realizar la mayor parte de nuestras actividades diarias. Incluso, las funciones vegetativas requieren cierto grado de “tensión", así como también permanecer de pie, suspirar o reír a carcajadas. 

Estamos sostenidos en el universo por un armonioso juego de fuerzas antagónicas, la gravedad y la energía o vitalidad, sin las cuales estaríamos totalmente desplomados y deprimidos o flotando en el aire, eufóricos. De acuerdo con esto, el tono óptimo es un concepto relativo y dinámico: Alude a un tono selectivo, funcional y en adaptación constante a la actividad que estamos realizando a cada momento, para la cual se emplea exactamente la cantidad justa de energía.

 

“La eutonía no tiende a hacer desaparecer las tensiones existentes, sino al equilibrio de las distintas tensiones que coexisten en el cuerpo, a un equilibrio del tono general.”

 

PROPÓSITO DE LA EUTONÍA: REGULACIÓN DE LAS TENSIONES PSICOFÍSICAS

Tomando como punto de partida la relación que existe entre la emoción y el tono y concibiendo al ser humano como unidad psicofísica, la Eutonía dirige todas sus técnicas a influir en el tono para regular el organismo en su conjunto.

“Existen vínculos íntimos entre la tonicidad y lo vivido, consciente e inconscientemente. La expresión de nuestro cuerpo, tanto en sus actitudes y movimientos como en su respiración y su voz, depende directamente de ellos, al mismo tiempo que los manifiesta.” Así es como cierta experiencia impacta en nuestro pensamiento desencadenando una emoción que imprime determinado tono: si estamos angustiados, hundimos el pecho ahuecándonos, comprimimos el diafragma, la respiración se acorta dejándonos un hilo de voz, como un aullido agudo, entrecortado, casi imperceptible.

El trabajo eutónico se propone restablecer la amplitud y la flexibilidad del mecanismo de variación del tono, lo que permite adaptarse rápidamente a la demanda de las circunstancias reencontrándose con el movimiento natural, espontáneo y genuino (aun mediado por la experiencia y la conciencia adulta), en lugar de reaccionar de manera desadaptada, desconectada, impulsados automáticamente por asociaciones establecidas previamente que no se condicen con la situación presente.

Al estar atentos y conectar con las sensaciones del cuerpo, que llegan siempre nuevas y actualizadas, se expande nuestra vivencia a una gama más amplia de emociones, ampliando la expresión de la personalidad y liberando sus fuerzas creativas. Actuar de manera coherente con el sentir presente nos permite, asimismo, satisfacer nuestras demandas internas. Y ¿qué es la felicidad, sino el acuerdo de una persona con la vida que lleva?


 

II. Gerda Alexander

 

INFLUENCIAS: FAMILIA, ENFERMEDAD, JAQUES-DALCROZE 

Gerda Alexander nació en Alemania en 1908. Creció en un hogar artístico, su papá tocaba el piano y a su mamá le gustaba la música y el teatro. Y fue educada de acuerdo a los principios de la escuela dalcroziana. Más tarde advertiría que ese contexto tuvo mucha influencia en su obra, sobre todo la figura de su madre por su gran intuición con respecto a algunas cuestiones que ella comprobaría luego en sus experimentos sensitivos, tales como la inervación que puede producir la intención del movimiento (activación de la circulación y cambio del tono muscular), semejante a la producida en la misma ejecución, y “el contacto”.

Desde pequeña Gerda no gozaba de buena salud, padecía ataques hepáticos, gripes repetitivas y accesos graves de fiebre reumática seguidos por crisis cardíacas. A los 16 años contrajo endocarditis y los médicos le prohibieron realizar cualquier tipo de movimiento, no obstante, completó sus estudios como profesora de rítmica Dalcroze y comenzó a enseñar. De allí que la Eutonía naciera de la investigación sensitiva de Gerda sobre su propia condición, pero acabara encontrándose con principios que se extenderían a otros ámbitos como los de la neurología y la ortopedia y se aplicarían a padecimientos tales como hemiplegías, paraplegías, poliomelitis, dolores fantasma, artrosis, traumatismos de la columna vertebral, etc. Entre algunas de sus experiencias formativas y laborales se destacan la enseñanza en jardines de infantes con niños retardados y mentalmente disminuidos de la mano de Charlotte y Otto Blensdorf y las clases particulares que impartía a profesores de rítmica en Copenhague por sugerencia de Elfriede Feudel, que luego constituyeron la base de la Escuela de Eutonía de Gerda Alexander. 

Su obra fue escrita en Dinamarca. La misma es inspirada por la gimnasia rítmica de Jaques-Dalcroze y producto de la inquietud inicial de Gerda por el movimiento natural (no imitativo o repetitivo, en oposición a la gimnasia nacional de su época) y las observaciones sobre su propia condición en relación a la energía empleada en el movimiento. Pues, de la combinación entre movimiento natural y energía se desprende invariablemente la coherencia en la expresión ser, dado que para que un movimiento sea económico es necesario tener clara la intención previa a su ejecución, ser consciente de lo que se está haciendo.  Tal es así que la Eutonía se constituya como la “conciencia de la naturaleza esencial, a través de una toma de conciencia del cuerpo.”

 

III. Teoría de la Eutonía

 

FUNDAMENTOS TEÓRICOS

La eutonía constituye al mismo tiempo una pedagogía y una terapéutica; como dice Gerda Alexander: “El alumno debe ser su propio gurú”. Es preciso que el profesor haya atravesado su propio proceso terapéutico con el objetivo de facilitar la búsqueda del alumno, creando un ambiente propicio en el que se sienta seguro (sin temor y sin vergüenza) de realizar su propia exploración; proveyendo las instancias que sean necesarias para sus descubrimientos, para incrementar las posibilidades de que dispone, ampliando su atención y profundizando su sensibilidad. “Lo terapéutico” sólo puede provenir, a su debido tiempo, de la toma de conciencia que posibilita la apertura y el cambio; es decir, del encuentro con una necesidad que surge del interior, nunca es el resultado de una imposición externa.

  • La eutonía no es un método en el sentido habitual del término, pues no proviene de un cuerpo sistemático de proposiciones fijas ni puede ser aplicado de esta manera, sino que, guiado por ciertos principios kinésicos, básicos y generales, depende de una investigación sensitiva que respeta las características individuales y circunstanciales. La eutonía es una actitud ante la vida, que implica cierto modo (cierto tono) de habitar y transitar el ambiente interno y externo de manera coherente con y adecuada a sus demandas particulares. 
  • Se trata de una técnica no dirigida y activa, que no sugiere cómo hacer o qué sentir, sino que invita a la exploración de cada persona acorde a su disponibilidad, a su predisposición para atender, sentir y percibir. En este sentido se abstiene completamente de la sugestión o la sugerencia y sus observaciones son neutrales y desprejuiciadas. 
  • Por lo tanto, no hay un modelo; en rara ocasión se hace una demostración de los movimientos propuestos, porque la búsqueda se encamina a reencontrarse con el propio movimiento natural, que se ha ido moldeando por la experiencia individual.
  • Tampoco se propone una repetición mecánica, dado que se requiere establecer una conexión consciente, una presencia plena, para acoger la experiencia que llega siempre nueva y actualizada.

 

LOS PRINCIPIOS. CONCIENCIA, SENSACIÓN Y PERCEPCIÓN

Los principios de la Eutonía mencionados por Gerda Alexander son cuatro: 1) conciencia de la piel, 2) conciencia ósea, 3) conciencia del espacio interno y 4) contacto consciente. Los mismos han sido descubiertos, según ella misma comenta en Conversaciones, a través de observaciones personales y estudios realizados en distintos momentos de su trabajo, y fueron sistematizados y presentados con el objetivo de “fijar los fundamentos de la Eutonía, ya que el círculo de quienes difunden los ejercicios sin vincularlos con su contexto, sin conocer su sentido ni sus relaciones, se va ampliando día a día. Sólo así podrá evitarse una aplicación indebida de este método.” Cada principio atiende a un aspecto particular, pero, de manera interrelacionada y en conjunto, todos dirigen sus técnicas a la regulación de la tensión psicofísica para la expresión plena y genuina del ser.

 

Conciencia de la Piel. Se considera el primer trabajo de la Eutonía. Para estimular la sensibilización de la piel se puede emplear tanto el toque con las propias manos o con una varilla de bambú u otro elemento, como el contacto con un eutonista u otro compañero, así como también llevando la atención a los pliegues o estiramientos de la piel al movernos o bien al contacto de la piel con la ropa o con el aire, o a los puntos de apoyo en el suelo. Mediante su estimulación es posible adquirir: conciencia de las diferentes cualidades de la piel (grosores, texturas, temperaturas), conciencia de las diferentes calidades y modalidades del tacto (suave o fuerte, superficial o profundo, lento o rápido, a través de caricias o percusiones, utilizando la punta de los dedos o toda la mano); conciencia de la totalidad del cuerpo a partir de su envoltura, de su distancia con otras personas u objetos a partir de la radiación; conciencia y configuración de la personalidad, favoreciendo una expresión natural y espontánea (pues, la piel establece un límite entre interior y exterior, entre yo y otro, entre subjetividad y objetividad; alberga nuestra historia emocional y comunica con gestos y posturas, en su brillo u opacidad, en su sequedad o humectación, en su tensión, en su coloración; en sus cuidados o descuidos: quemaduras, moretones o cortes).

 

Conciencia ósea. Como dice Gerda Alexander, acompaña el trabajo de la piel, que se continúa en un nivel más profundo hacia los huesos, y junto a los músculos y tendones brinda tensegridad al organismo: la posibilidad de sostenernos y movernos sin perder el equilibrio en el constante vaivén de un estado a otro. La sensibilidad ósea se puede lograr, por ejemplo, tocando los huesos o percutiendo con nuestras manos o con un elemento o dirigiendo nuestra atención a ellos, pero, principalmente, se recurre al empuje o enderezamiento (la presión de un hueso sobre un soporte, ya sean los pies, las mano, los isquiones, que conduce a la elongación axial o el autoestiramiento de un segmento corporal) y el transporte o conducción (pequeños movimientos de balanceo que retoman el empuje, su impulso, para distribuir el peso del cuerpo de manera económica en el movimiento). Llevar la atención a los huesos conduciría a tomar conciencia de las diferentes cualidades óseas (forma, tamaño, peso, solidez, elasticidad, porosidad) y de la totalidad de la estructura (yendo de segmento a segmento, atendiendo su longitud, su proyección en distintas direcciones), lo cual proporcionaría al individuo mayor seguridad interior y autoestima. Así, el sostén del esqueleto nos permitiría movernos o permanecer de pie empleando la cantidad justa de energía, es decir, proveería, al mismo tiempo, soporte sólido y liviandad en el movimiento, cualidades que nos vuelven disponibles.

 

Conciencia del espacio interno. Como dice Berta Vishnivetz, “es un trabajo integrador” porque incluye tanto a) el contenido que conforma el espacio interno, por lo cual, implica también la conciencia de los huesos, de las articulaciones, de los músculos, de los órganos, como b) la envoltura de ese contenido, la piel y c) la experiencia del vacío, el espacio entre contenido y envoltura. Esta conciencia totalizadora proporciona el “volumen del cuerpo vivido en sus características tridimensionales”, a partir de la sensibilización de la piel y abordando cada parte del cuerpo en su dimensión real, como si la atención fuera dándole vida. A partir de cierta sensación de magnitud, integración y completitud, puede suceder que se refuerce la personalidad, permitiendo mayor autoconfianza y, por lo tanto, soltura en el movimiento.

 

Contacto consciente. “Consiste en el intercambio activo y consciente que se establece con uno mismo, con un objeto o con otra persona cuando la atención es dirigida más allá de los límites del propio cuerpo”. De acuerdo con esto, una diferencia con el tacto está dada porque en éste la energía se mantiene dentro de los límites del cuerpo en lugar de dirigirse hacia la periferia. La posibilidad de habitar la frontera interior / exterior, trasladando la conciencia a un lado y a otro, podría reforzar, entre otras cosas, el sentimiento de identidad y transformar nuestras relaciones sociales; en la medida en que necesitamos de otro para configurar nuestro yo, para determinar nuestra posición y nuestro espacio a cada momento. A su vez, el otro nos devuelve, a modo de espejo, aquello que comunicamos, conocemos el impacto que hemos provocado en su respuesta o reacción, que, a la vez, vuelve a repercutir en nosotros. De allí que, podríamos mencionar brevemente que el contacto se relaciona con otros conceptos de la Eutonía, tales como radiación: sentir la presencia del entorno, su gravitación, su distancia o proximidad; permeabilidad: influir o dejarnos influir por el tono, ya sea que nos armonice, nos sintonice con un tono grupal o nos perturbe y neutralidad: permanecer en nuestro interior sin que otro llegue a afectarnos.

 

CONCIENCIA

En Eutonía hablamos de adquirir conciencia de la naturaleza esencial a través de la exploración sensitiva del ambiente interno y externo y a través del re-conocimiento de esos estímulos por medio de la percepción, la cual organiza nuestra experiencia personal de manera tal que sentimiento y conocimiento regulen la tensión del organismo y contribuyan a reforzar nuestra identidad y nuestra verdadera autoexpresión.

Entonces, una de las formas en que podríamos concebir la conciencia es como un proceso continuo de comprensión y construcción de conocimiento de nosotros mismos y del medio a partir de sentir y percibir los estímulos del ambiente interno y externo que están presentes a cada momento. Berta Vishnivetz enumera las características de la conciencia en relación a la Eutonía:

  • Es un proceso dinámico vivencial y cambiante (es una construcción que requiere de presencia y está condicionada al devenir natural de la existencia).
  • Es intencional (agregaría “atencional”, es a partir de la atención dirigida a un punto).
  • Se basa en información senso-perceptiva previamente seleccionada. 
  • Está influida por los diversos estados emocionales.
  • Es anticipatoria (y “participativa”)     

La conciencia se relaciona con la atención en tanto no todos los estímulos que ocurren son tenidos en cuenta, la atención es selectiva, está motivada por determinadas necesidades, y nuestra capacidad de procesamiento es limitada: podemos atender a la vez a un estímulo de manera focal (central, predominante) y otros, de manera periférica. Y, a su vez, esto puede cambiar de momento a momento: un estímulo periférico puede volverse central si cambia nuestro foco de atención. Por eso decimos que la conciencia es un proceso que está en constante devenir; la conciencia se actualiza según el contenido que esté presente en ella. Y en este sentido también decimos que es conocimiento, a diferencia de contenido no presente: inconsciente (no recuperable) o preconsciente (factible de ser traído a la conciencia). Además, ese conocimiento es vivencial, experiencial, requiere de presencia y participación y tiene como resultado la creatividad; si bien interviene la memoria y nuestro conocimiento previo del mundo en el procesamiento de los estímulos, se trata de una construcción de la realidad a través de la asignación de significados. Por estas características, el mismo experimento sensitivo tiene una repercusión diferente en nosotros y en los demás y en nosotros mismos en distintos momentos; es así como se expande y evoluciona nuestra conciencia.

 

Durante mucho tiempo el estudio filosófico, religioso, fisiológico y psicológico de los estados de la conciencia se centró en la energía intrapsíquica y, en este sentido, fundó y sostuvo la separación entre la mente y el cuerpo, entre lo interno y lo externo, lo subjetivo y lo objetivo, entre lo imperceptible y lo visible. Muchas técnicas corporales y espirituales abogan por un ejercicio de la conciencia que asigna importancia a la mente en detrimento del cuerpo y promueven la desconexión con el exterior o la abstracción de la realidad. Sin embargo, la conciencia requiere principalmente del entorno, aún para replegarse sobre sí misma y tomar como objeto al propio sujeto percipiente. En esta dirección, la Eutonía propone el desarrollo del conocimiento de la propia naturaleza esencial a partir de la toma de conciencia del cuerpo, integrando, volviendo a reunir, así, al individuo en su totalidad (como organismo), y a éste con su ambiente, mediante el contacto a través de la piel, ya sea en sentido próximo o irradiado. “Lo que tocamos al mismo tiempo nos toca”, en sentido literal y figurado. Y es a partir de este interjuego de asignación y negociación de significados que vamos construyendo la realidad, la percepción de nuestra imagen corporal, de los otros y del mundo, nuestra conciencia de ser-en-relación.

 

SENSACIÓN Y PERCEPCIÓN

Aunque ocurran de manera casi simultánea, es preciso aprehender ambos procesos en su especificidad para su estudio y la comprensión y tratamiento de fenómenos o afecciones que pertenecen a distintos des/órdenes. La sensación es la captación de los estímulos internos y externos a través de los órganos sensoriales y la conducción por canales especializados, de manera tal que podamos, luego, procesar la información y formar una representación, concepto o imagen. Es decir, nos provee la materia prima de la percepción y su requisito es la presencia. La percepción es el proceso de organizar e interpretar los estímulos sensoriales presentes, de manera tal que podamos tener una experiencia consciente que guíe, luego, nuestra conducta de manera adaptativa al medio. Su requisito es la atención.  No obstante, en la práctica de la Eutonía:

 

“Sentir y observar son dos caminos que deben interferir permanentemente en forma dialéctica. Para cambiar la visión de sí mismo, de los otros y de las cosas, es necesario volver a encontrar la capacidad de poder sentir el propio cuerpo, observar y mantener la conciencia del movimiento en forma simultánea.”

 

_________________________________________________________________

Lecturas

  • Alexander, G. La Eutonía. Un camino Hacia la Experiencia Total del Cuerpo. Paidós, México, 1994. 
  • Vishnivetz, B. Eutonía. Educación del cuerpo hacia el ser. Paidós, Buenos Aires, 1994.
  • Hemsy de Gainza, V. Conversaciones con Gerda Alexander. Vida y pensamiento de la creadora de la eutonía. Paidós, Buenos Aires, 1983.
© Material registrado por Sonido Ujjayi ® - Ley de propiedad intelectual 11723